La gente en el siglo XVIII
- Luis Burset
- 2 days ago
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Guillermo Céspedes atiende el proceso de “criollización” de los españoles en las Indias y de su arraigo a la tierra, lo que fue reforzado por las oleadas posteriores de inmigrantes. Identifica como elemento definitorio las limitaciones que impuso la Corona por a la descendencia de los españoles establecidos en América por su condición de naturales de la tierra, siendo “maltratados, mal recompensados”. A pesar de esto, lograron acumular riqueza – en Puerto Rico fue por el oro y el azúcar – con lo cual crearon una nobleza indiana – los autodenominados “primeros conquistadores y pobladores”. Su acceso al poder se dio a través del clero y los cabildos. Añade que “al cabo de pocas generaciones, el recuerdo familiar de la ciudad de origen en España pierde carga sentimental en la misma medida que la adquiere la ciudad indiana en que se nace y se vive”. Después de tres siglos, los descendientes de aquellos primeros aventureros, funcionarios de la Corona que se quedaron y soldados que formaron familias en la Isla, se sentían indianos, o españoles de América, a diferencia de los españoles de Europa, en lo que Céspedes llama “antagonismo criollos-peninsulares”. [i]
Entre la meritoria bibliografía que existe para el Puerto Rico del Setecientos destacamos dos trabajos medulares de Ángel López Cantos: Los puertorriqueños: mentalidad y actitudes, y Fiestas y juegos en Puerto Rico. [ii] En el primero, propone que la personalidad puertorriqueña comenzó a tomar forma en el XVIII, cuando se encuentran rasgos distintivos en la población aislada fuera de San Juan, gestados a la sombra del abandono migratorio y comercial del siglo XVII, y reforzado por el enajenamiento de la península y el contacto con los enemigos. En este punto divergimos: puede que el acceso a información del Dieciocho haya dado pie a estudios más profundos que para siglos anteriores. Sin embargo, las características que se subrayan como definitorias en él ya habían sido registradas anteriormente, aunque con menos frecuencia por un volumen menor de documentación.
Además de la mirada del historiador sevillano, complementamos su exposición de nuestra particular identidad, tomada de documentación de archivo, con las que nos ofrece la correspondencia oficial entre la Corona y el gobernador, el obispo y los oficiales reales de Puerto Rico. Casi como un regalo, también contamos con las crónicas de O’Reilly, Abbad, Miyares y Dabán. Entre estas destacamos a Abbad, pues nos parece que su atribución a la herencia indígena de ciertas características de los puertorriqueños, sin saberlo, en realidad señalaba aquellas que nos diferenciaban de los españoles, que bien pudieron ser herencia, como atributos desarrollados en más de 250 años de residencia en una isla en el Caribe.
López Cantos señala que la heterogeneidad y diversidad de los componentes de la sociedad isleña le dio características que la diferenciaban de la española, “pero de la que tomaba muchos roles a causa de un origen común”, advirtiendo que tirar la raya entre semejanzas y diferencias no es tarea fácil. [iii] En 1789, cuando pasó al Consejo la propuesta del coronel Filangieri para la formación de otro Regimiento Fijo, el decano del Consejo de Guerra, don Gerónimo Caballero [iv] añadió unas opiniones sobre los puertorriqueños que nos son sumamente valiosas para este trabajo, por lo que las transcribimos parcialmente. Hablando de la población de la Isla, revela dos características:
… hay un gran número de españoles establecidos sin oficio ni renta, que con el título de agregados están en las casas de los vecinos hacendados, que gratuitamente les dan el frugal alimento diario, franqueándoles algunos pedazos de tierra para que por sí la cultiven, y con su corto producto logran vestirse. Los naturales son afectos a la tropa, y singularmente a los españoles, a quienes estiman, teniendo con los soldados trato y comunicación bastante amistosa, no adaptándoles el genio de los extranjeros, principalmente a los vecinos de la ciudad, que la mayor parte son catalanes traficantes y avecindados en ella.
Hemos encontrado en los libros de defunciones de los pueblos algunos peninsulares como pobres de solemnidad. Filangieri mencionó que en la Isla había “algunas familias naturales y descendientes de europeos, limpias e ilustres, [de que] se pueden beneficiar cuatro o seis compañías…”. [v] Sobre las filas del Fijo, Murga observó que la mayoría de los artilleros eran extranjeros y catalanes, “cuyo carácter es bastante altivo”. [vi]
Identidad y patria: españoles de Europa y españoles de América

Independientemente de cómo se auto percibieran, los moradores en Puerto Rico eran medidos con dos varas en lo que a las milicias se referían. Por un lado, con contadísimas excepciones, no se les permitía ocupar los puestos de infantería española, aún en épocas de necesidad. Por otro, se exaltaba su bravura y valentía en el combate como miembros de las milicias urbanas de los puertos de la Isla – lejos del presidio –, al punto que los enemigos les temían. Sin embargo, los criollos se percibían iguales que los peninsulares, siendo todos “cristianos”, como queda evidenciado en las declaraciones de los urbanos con motivo del motín de soldados de 1691. En las informaciones de Marcos Candosa de Matos en 1742, un testigo declaró que este “animaba voluntariamente a los españoles a la defensa” refiriéndose a vecinos de Ponce que enfrentaron a los ingleses que desembarcaron en Boca Chica. [vii]
Céspedes cataloga el Dieciocho como el periodo en que se dispara el criollismo y su sentido de identidad. Se comienza a diferenciar entre “españoles de América” y “españoles” de manera genérica, lo que establece la igualdad entre ambos grupos como españoles, pero marca claramente la diferencia entre los de aquí y los de allá. El nuevo inmigrante peninsular, destacándose vascos, catalanes y otros nacionales del norte – que no tomaron parte en la conformación del pueblo en sus siglos iniciales –, se dedicó mayoritariamente al comercio, representando una fuerte competencia para los criollos. Así se crearon diferencias más profundas entre ambos grupos. [viii] A finales de siglo encontramos, además, genoveses, irlandeses e italianos, que anteriormente no habían tenido presencia importante, o alguna. La clave que justificaba su estadía era ser todos católicos. [ix]
Fortaleciendo la propuesta de Céspedes, Pasarell destaca expresiones del autor de la Relación sobre las exequias y fiestas celebradas en San Juan con motivo de la muerte de Felipe V y la exaltación al trono de Fernando VI. Estas son “nosotros, los americanos”, “nosotros, los indianos”, y “estos son los regocijos de nuestra tierra, estos son los alborozos de nuestra patria”. [x] El hispanista británico John Lynch tira la raya en 1789, cuando cita la observación de Humboldt en la que señaló que los criollos preferían ser llamados americanos, y que, a raíz de la Paz de Versalles, se les escuchaba declarar con orgullo “yo no soy español, soy americano”. [xi]
Digno de mención, encontramos en una carta del gobernador De Castro de 1796 una notificación recibida del bergantín del comercio nombrado El Puertorriqueño, a cargo de don Fermín Martínez de Ledo, que saldría de San Juan a Cádiz llevando correspondencia. [xii] Loida Figueroa y Morales Carrión citan a diferentes gobernadores para esbozar el carácter de los moradores de la Isla en el XVIII, ya llamados puertorriqueños ocasionalmente. [xiii] Tras ordenársele modificar su temperamento en el trato a los naturales, el gobernador De Castro intentó justificarse diciendo que “sabe vuestra excelencia muy bien cuál es el carácter de los americanos o los que viven en estos dominios, y que es muy diferente del de los habitantes de esa península: acá es reinante el orgullo y, de consiguiente, desgraciado el mando del jefe que no sostiene su autoridad con firmeza, la que regularmente pretenden confundir, denominándola dureza con una impropiedad absoluta…”. [xiv]
Uno de los problemas en el análisis de historia es la falta de contexto y de entendimiento de las mentalidades detrás de las acciones, los conflictos y las declaraciones que se analizan. Se ha utilizado el término “patria” en la Isla para señalar sentimientos antiespañoles en el siglo XVIII. Para poner este concepto en contexto, patria se refería al lugar de nacimiento y crianza de la persona. Así, en 1791, el sargento mayor del Regimiento Fijo de Puerto Rico, don Esteban Destraux, solicitaba pasar a su patria, “el reino de Valencia”, a fin de recuperar su salud. [xv] Según aparece en sus hojas de servicio, este concepto se intercambiaba con el de “país” para referirse al lugar de procedencia de los oficiales que pasaban al Regimiento Fijo de Puerto Rico después de 1789.
Sebastián de Matos justificó su solicitud para regresar a la Isla luego de servir como sargento segundo en el Batallón Fijo de Santo Domingo diciendo que “por haber sido siempre su deseo de seguir la carrera militar, abandonó a su patria, Puerto Rico, mediante no haber allí cuerpo veterano donde servir…”. En otra solicitud se refiere a la Isla como “su país”, siendo “nativo y patricio de Puerto Rico”. [xvi] Encontramos el gentilicio “puertorriqueño” en la isla Española para referirse a un individuo nacido en Puerto Rico en 1769. [xvii] Igual situación encontramos en la solicitud de don José Vicente de Córdova, quien en 1797 recibió licencia para regresar con un criado “a la isla de Puerto Rico, su patria”. [xviii]
El Código Negro Carolino llama el origen africano de los esclavos “patria”, y a otros de la misma región sus “compatriotas”. [xix] Bajo esta luz, el autor de la crónica de las celebraciones en San Juan por la exaltación de Fernando VI al trono utilizó el concepto de “nuestra patria”. [xx] En cuanto a los canarios migrantes, se estableció la política de nombrar las calles con sus lugares de procedencia, referido como “ciudades y villas de sus patrias”. Igualmente, sus nuevos destinos en América eran “sus nuevas patrias”. [xxi] Sobre la remisión de presos a España, al presidente de la Audiencia se le ordenó incluir la explicación de “las circunstancias de su causa, domicilio, patria y lo demás”. [xxii] Uno de los muertos durante el ataque británico de 1797 fue Francisco de la Concepción, “cuyo estado y patria se desconocen”. [xxiii]
¿Prejuicio contra los puertorriqueños?
En este punto debemos hacer una importante rectificación. López Cantos transcribe una porción de una carta enviada al rey por algunos soldados del presidio. Este documento puede crear una impresión errónea de antagonismo entre ambos grupos, pues generaliza las ideas que expone. Unos soldados, que permanecen anónimos, llaman a los puertorriqueños con este gentilicio, calificándolos y descalificándolos como “bastardos de los gobernadores, de los oficiales reales y del ejército”, siendo ellos “españoles”. [xxiv] Sería irresponsable no matizar este comentario.
Para 1705, año del memorial, identificamos tres oficiales que, efectivamente, eran hijos naturales de altos oficiales. Pablo Martínez de Andino, capitán de una de las compañías, era hijo bastardo del gobernador Gaspar Martínez de Andino. [xxv] El capitán de infantería, don Antonio de Arteaga, nacido en Puerto Rico, lo era de Gaspar de Arteaga. Antonio de Ley María era hijo natural del capitán Francisco de Ley María, que en 1699 pertenecía a la compañía del capitán Fernández Franco de Medina. [xxvi] Estos tres sí eran hijos bastardos de gobernadores y oficiales del ejército.
Estamos convencidos de que los autores intentaban atacar directamente a estos oficiales, y quizás a otros que no hemos identificado, que eran sus superiores, y generalizaron su “revelación” a todos los naturales para disfrazar su verdadera intención. Por lo tanto, no tomamos este ataque como una representación válida de la percepción que tuvieran los peninsulares sobre los nacidos en la Isla.
[i] Guillermo Céspedes del Castillo. América hispánica (1492-1898) (Madrid: Fundación Jorge Juan y Marcial Pons Historia, 2021), 296-299.
[ii] De Ángel López Cantos: Los puertorriqueños: mentalidad y actitudes, siglo XVIII (San Juan: Ediciones Puerto, 2000); Fiestas y juegos en Puerto Rico, siglo XVIII (San Juan: Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 2008). También, La religiosidad popular en Puerto Rico (siglo XVIII) (San Juan: Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 1993); “La mujer puertorriqueña y el trabajo, siglo XVIII”. Anuario de Estudios Americanos, Tomo LVII, Núm. 1 (2000): 195-222.
[iii] Ángel López Cantos. “La mujer puertorriqueña y el trabajo, siglo XVIII”. Anuario de Estudios Americanos. Tomo LVII, Núm. 1 (2000), 195.
[iv] Real Academia de la Historia. Biografías. “Jerónimo Caballero y Vicente del Campo”. https://dbe.rah.es/biografias/9554/ jeronimo-caballero-y-vicente-del-campo. Capturado el 31 V 2023.
[v] Regimiento de Puerto Rico. Propuesta de formación. 1789. AGS, SGU, Leg 7147, 1, fs.14, 16.
[vi] Fortificaciones y tropas de Puerto Rico. 1793. AGS, SGU, Leg 7244, 9, f.5v. Destacó su propensión al manejo del cañón.
[vii] Cayetano Coll y Toste. Boletín Histórico de Puerto Rico. Tomo IV (San Juan: Tipografía Cantero, Fernández & Co., 1917), 149.
[viii] Céspedes, América hispánica, 426.
[ix] López Cantos, Los puertorriqueños: mentalidad y actitudes, 20.
[x] Pasarell, Orígenes y desarrollo de la afición teatral en Puerto Rico, 6-7.
[xi] Lynch, The Spanish American Revolutions, 1808-1826, 1.
[xii] Gobernador Puerto Rico sobre presas hechas por los enemigos. 30 XI 1796. AGI, EST 10, N.18, f.4v.
[xiii] Morales Carrión, Historia del Pueblo de Puerto Rico, 201-202. Figueroa, Breve historia de Puerto Rico, 115.
[xiv] Gobernador de Puerto Rico. 1797-1799. AGS, SGU, Leg 7146, 2, (6) fs.4v-5.
[xv] Gobernador de Puerto Rico. Uztáriz. Índices correspondencia. 1790-1792. AGS, SGU, Leg 7146, 5, f.29.
[xvi] Sebastián de Matos. Pases. 1790. AGS, SGU, Leg 7149, 57, f.1.
[xvii] Cartas órdenes del Presidente y Capitán de la isla Española. 1760-1769. AGNRD, Archivo Real de Higüey, 11A-139, f.12.
[xviii] Expediente de José Vicente de Córdova. 6 VII 1797. AGI, ULT 494, N.1.
[xix] Extracto del Código Negro Carolino. 2 IX 1788. AGI, ESTADO 7, N.3, fs.6, 18.
[xx] Pasarell, Orígenes y desarrollo de la afición teatral en Puerto Rico, 6-7.
[xxi] Registro: isla Española. 1740-1742. AGI, SD 883, L.43, fs.273-280. Se colocarían en las fronteras con los franceses.
[xxii] Registro: isla Española. 1772-1773. AGI, SD 892, L.2, f.62v.
[xxiii] ACSJ 13D (1796-1799), fs.40 y ss.
[xxiv] Moscoso, La sublevación de vecinos de Puerto Rico, 109.
[xxv] Causa criminal seguida de oficio de la Real Justicia contra algunos moradores del pueblo de Ponce... 1701. AGI, SD 537, f.9v. Registro: isla Española. 1703-1705. AGI, SD 879, L.32, fs.137v, 226.
[xxvi] ACSJ 1M(1653-1725) fs.286v, 385. Méritos: Gaspar de Arteaga. 1703. AGI, IND 136, N.91. Los vecinos de la villa de San Germán y Sebastián González de Mirabal, con Antonio de Robles y Silva, gobernador interino de Puerto Rico… 1703-1713. AGI, ESC 9A, N.2, f.10. ACSJ 1M(1653-1725) f.302. Expediente sobre la fragata guardacostas de la isla de San Juan de Puerto Rico. 1699-1700. AGI, SD 163, R.3, N.26, (9) f.7v.
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